Los niños de hoy en día. Salen del vientre materno tocando pantallas. Mi prima Ana de 18 meses ya hace FaceTime con su abuela todos los días, ¿quién le enseñó eso? Y ni siquiera puedo contar las veces que tuve que quitarle el iPad de las manos a mi sobrino Diego.
Estamos criando a una nueva generación: la generación Alfa. Los bebés nacidos después de 2010 que crecerán en un mundo dominado por los teléfonos inteligentes, las redes sociales y el hablar con dispositivos como si fueran humanos. Estos niños son nativos digitales de verdad, que nunca conocieron un mundo sin pantallas táctiles, entregas de Amazon e influencers acechando en internet.
Para ellos, usar Folding@home y minería de criptomonedas en sus teléfonos inteligentes para combatir al COVID-19 es tan normal como recuerdo que eran los dibujos animados del sábado por la mañana. Estarán hackeando dispositivos IoT antes de aprender aritmética. Sus juguetes favoritos son mascotas virtuales e impresoras 3D. Sus mejores amigos son asistentes de IA y filtros de Instagram. Tan fácilmente como respiran aire, manipulan datos.
Esta generación también está creciendo con la diversidad como norma. Mi vecindario es una mezcla de familias sikh y musulmanas, inmigrantes chinos, indígenas y mestizos, y todos los matices intermedios. El otro día, escuché a una niña hablando maya tan fluidamente como el español. Estos niños se acercan a la diferencia con apertura, sin los prejuicios que tenían las generaciones anteriores.
Sin embargo, a pesar de sus adicciones digitales, los niños Alfa son resilientes de formas que sus mayores de la Generación Z no lo son. Tener confinamientos pandémicos y clases en línea grabados desde pequeños les inculcó independencia y adaptabilidad. Saben cómo entretenerse en interiores (solo quítales el wifi), volverse creativos con recursos limitados e incluso autoeducarse en línea si es necesario.
También tienen talento para el emprendimiento. He conocido niños de 10 años que codifican y animan sus propias historias. Adolescentes que venden joyas personalizadas en línea. Otros jóvenes con enormes seguidores en Patreon por sus tutoriales de videojuegos. No se equivoquen, estos niños saben cómo buscarse la vida en sus propios términos.
Con miles de millones de personas conectadas digitalmente, los Alfa se ven como ciudadanos globales. Se organizan en torno a causas sociales en TikTok. Tienen amigos por correspondencia a través del juego en todo el mundo. Apoyan a influencers comercializados y comunidades subculturales más que a identidades nacionales. Son “Alfas” antes que cualquier otra etiqueta regional.
Sí, para las generaciones mayores, la juventud Alfa y su destreza digital pueden parecer extrañas a veces. Su creatividad, diversidad e independencia pueden hacernos sentir rezagados, abrumados e innecesarios. Pero a pesar de las diferencias, no los tratemos como monstruitos. Después de todo, el futuro les pertenece. Quién sabe, quizás creen un mundo mejor.
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